Oliver se convierte en una superestrella entre los futbolistas de Brasil. Ahora planea jugar en Europa. En un importante partido que hay que ganar, mientras los aficionados lo animan, Oliver recuerda los días en que comenzó su vida futbolística. Su pasión por hacer goles y ganar el juego es tan fuerte como lo fue durante su infancia. Recuerda los juegos y momentos que tuvieron un impacto decisivo en su vida. Recuerda al portero Wakabayashi, al delantero del Genius Hyuga, al miserable Misaki y al entrenador Roberto. Él estaba feliz de conocerlos, disfrutó jugando con ellos, y aprendió muchas cosas de ellos. El silbato suena y el juego comienza.